El Estado cristiano puro es un Estado en el que prevalece la ley teológica. Esta ley alcanza el poder real o, para ser más exactos, el poder absoluto, cuando a través de sus resultados que son idénticos a los del opio, adormece a todas las partes de la humanidad. Si algunos despiertan ocasionalmente, llevan a cabo crímenes que horrorizan a la humanidad que aún no se ha convertido en cristiana en el pleno sentido de la palabra o que ya ha abandonado el marco cristiano.