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No es hasta que veinte fabulosas flores se abren paso y el pavimento se estropea que alguien decide que quizá no sea una acera, sino un jardín de flores. Así que, por favor, por amor al género, florece.
No es hasta que veinte fabulosas flores se abren paso y el pavimento se estropea que alguien decide que quizá no sea una acera, sino un jardín de flores. Así que, por favor, por amor al género, florece.