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Muéstrenme a un novelista -o, de hecho, a un lector- que no haya sido un adolescente socialmente torpe y acomplejado, propenso a la torpeza y a la lectura excesiva y... bueno, probablemente me golpee el hombro contra el marco de la puerta al salir enfadado. Muchas de las protagonistas femeninas de ficción más inolvidables son desmañadas, dudan de sí mismas, son simples y piensan demasiado.