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Por favor, envíen una nota al empleado del tiempo, y que haya una buena tormenta de nieve, digamos el día veintidós. Ninguna de esas tormentas de nieve mansas, suaves, sin sentido y vacilantes; no de esas en las que los copos flotan perezosamente desde el cielo como si no les importara si llegan o no, y luego se derriten en cuanto tocan la tierra, sino una tormenta de nieve regular, zumbante, borrosa, cortante, ¡garantizada para congelar y permanecer!