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Cuando soy el orador, sé que ese momento especial [justo antes de hablar] es el único en el que tendré toda la atención del público. A menos que una nave extraterrestre se estrelle en el escenario a mitad de la charla, el silencio antes de empezar es el momento más poderoso que tengo. Mi éxito depende de cómo aproveche ese momento.