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El dolor crudo nos alarma. Nos recuerda que la vida no es tan ordenada como esperábamos. Exigimos que el dolor se calme antes de arrastrarlo a la mesa del silencio. Queremos que el dolor se quede en su pequeña sección, queremos evitar que se derrame sobre las otras partes de la vida. Como las bandejas del almuerzo. Mantener el dolor en su propio compartimento.