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  • Sobrevaloramos cosas que no son esenciales, como un coche o una casa más bonitos, o incluso cosas intangibles, como el número de seguidores en Twitter o cómo salimos en las fotos de Facebook. Como resultado, descuidamos actividades que son verdaderamente esenciales, como pasar tiempo con nuestros seres queridos, alimentar nuestro espíritu o cuidar de nuestra salud.