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La responsabilidad por los riesgos que supusimos para otros en algunas de nuestras acciones más extremas en aquellos años clandestinos nunca abandona mis pensamientos por mucho tiempo. El movimiento contra la guerra, con todo su compromiso, sacrificio y determinación, no pudo detener la violencia desatada contra Vietnam. Y ahí radica el verdadero motivo de arrepentimiento.