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Si pasas cinco minutos quejándote, acabas de perder cinco minutos. Si sigues quejándote, no tardarán en llevarte a un desierto financiero y allí dejarte ahogarte en el polvo de tu propio arrepentimiento.
Si pasas cinco minutos quejándote, acabas de perder cinco minutos. Si sigues quejándote, no tardarán en llevarte a un desierto financiero y allí dejarte ahogarte en el polvo de tu propio arrepentimiento.