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¿Te estás volviendo más dulce de espíritu, más como Jesús? ¿Te miras sobriamente en el espejo cada día y rezas: 'Señor, quiero conformarme a Tu imagen en cada área de mi vida'? ¿O tu amargura ha echado raíces, convirtiéndose en rebeldía y dureza de corazón? ¿Has aprendido a protegerte de la voz convincente del Espíritu de Dios?