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Gracias a la alegría del perro, la nuestra aumenta. No es un regalo pequeño. No es la menor razón por la que deberíamos honrar y amar al perro de nuestra propia vida, y al perro de la calle, y a todos los perros que aún no han nacido. ¿Qué sería del mundo sin la música o los ríos o la hierba verde y tierna? ¿Qué sería del mundo sin perros?