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  • No debemos cometer el error de pensar que el matrimonio nos proporcionará la satisfacción última que todos anhelamos. Suponerlo sería blasfemar. Sólo Dios satisface al corazón hambriento. El matrimonio no es más que uno de los canales que Él utiliza para permitirnos saborear lo profundamente satisfactoria que puede ser Su gracia que sacia la sed.