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Cada vez que me encuentro con un árbol, si estoy realmente despierto, me quedo maravillado ante él. Escucho su voz, un sermón silencioso que me conmueve hasta lo más profundo, me llega al corazón y despierta en mi alma el anhelo de darlo todo.
Cada vez que me encuentro con un árbol, si estoy realmente despierto, me quedo maravillado ante él. Escucho su voz, un sermón silencioso que me conmueve hasta lo más profundo, me llega al corazón y despierta en mi alma el anhelo de darlo todo.