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Me domina una cosa, una irresistible y ardiente atracción hacia lo abstracto. La expresión de los sentimientos humanos y de las pasiones del hombre me interesan sin duda profundamente, pero me preocupa menos expresar las mociones del alma y de la mente que hacer visibles, por así decirlo, los destellos interiores de la intuición que tienen algo de divino en su aparente insignificancia y revelan horizontes mágicos, incluso divinos, cuando se transponen en los maravillosos efectos del arte plástico puro.