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Todo el mundo sufre por la usura de los judíos, sus monopolios y engaños. Han llevado a la pobreza a muchos desgraciados, especialmente a los campesinos, a la clase obrera y a los más pobres. Entonces, como ahora, hay que recordar de nuevo a los judíos intermitentemente que gozaban de derechos en cualquier país desde que abandonaron Palestina y el desierto de Arabia, y que, por consiguiente, sus doctrinas éticas y morales, así como sus actos, merecen con razón ser expuestos a la crítica en cualquier país en el que vivan.