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Las esquinas de nuestras calles guardan secretos, y nuestras señales de tráfico sólo sugieren, nunca deciden por nosotros, nunca sabemos si el destino al que nos llevan es el lugar al que realmente pertenecemos.
La mayor tragedia de la vida no es que algún día se acabe, sino que la mayoría de nosotros sólo vivimos para seguir instrucciones, y muchas veces acabamos totalmente perdidos.