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  • Recordar los hechos de la muerte y el Cielo nos da una razón aún más apremiante para aprender a rezar: No disponemos de un tiempo infinito. Hoy estamos un día más cerca del Hogar que antes. Te garantizo que cuando mueras no dirás: "He pasado demasiado tiempo rezando; ojalá hubiera visto más la tele".

    Peter Kreeft (2000). “Prayer for Beginners”, p.17, Ignatius Press