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Jesús ha preparado el camino y ha hecho posible que sigamos nuestro destino, mientras que nosotros somos impotentes por nosotros mismos. Podemos encontrar y cumplir nuestro propósito respondiendo a la clara y sencilla llamada de Jesucristo: "Sígueme". Él es la puerta para cumplir nuestro destino, donde nuestro diseño divino y el propósito ordenado por Dios viven en perfecta armonía.