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El movimiento del Espíritu de Dios en el corazón de los hombres y mujeres a menudo les llama a actuar en contra del espíritu de su tiempo o les hace anticipar un espíritu que aún está en ciernes. En un momento de entrega se les da sabiduría y valor para atreverse a un acto que desafía y para encender una esperanza que inspira.