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  • Como cuerpo en un mundo, aquí está nuestra elección: podemos ser más amorosos o menos amorosos. Eso es. Podemos relajarnos en el remolino de amor que es todo el espectáculo del momento, sintiéndonos abiertos a todo -una lluvia feroz, el piar de los pájaros, los labios de nuestro amante, una sensación de inutilidad- o podemos cerrarnos a algún aspecto de la experiencia, apartándonos como si estuviéramos separados.