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Las condiciones mundiales nos desafían a mirar más allá del statu quo en busca de respuestas al dolor de nuestro tiempo. Miramos tanto a los poderes internos como a los externos. Un nuevo activismo social de base espiritual está empezando a imponerse. No surge de odiar lo que está mal y tratar de combatirlo, sino de amar lo que podría ser y comprometerse a hacerlo realidad.