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Vivió casi cincuenta años de su vida completamente dedicada al cuidado de los pobres y marginados. Sorprendentemente, durante esos casi cincuenta años se identificó completamente con los pobres a los que servía por su propia experiencia de ser aparentemente no deseada y no amada por Dios. De un modo místico -a través de esta dolorosa "oscuridad" interior- saboreó su mayor pobreza de ser "no querida, no amada y no cuidada".