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La felicidad, la meta a la que todos aspiramos, se alcanza esforzándonos por hacer feliz la vida de los demás, y si renunciando a los lujos de la vida podemos aligerar las cargas de los demás.... ¡sin duda la simplificación de nuestras necesidades es algo muy deseable! Y así, si en lugar de suponer que debemos convertirnos en ermitaños y morar en cuevas para practicar la sencillez, nos ponemos a simplificar nuestros asuntos, cada uno según sus propias convicciones y oportunidades, mucho bien resultará y la vida sencilla se establecerá de inmediato.