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Esta es la buena y feliz noticia, que Cristo ha pagado por nuestro pecado, y a través de Su sufrimiento nos ha redimido de la muerte eterna. Su reino y su ministerio es predicar el Evangelio a los pobres; ése es su propósito. Porque a los grandes y santos no puede venir. Ellos no desean ser considerados pecadores, y por lo tanto no necesitan Su Evangelio.