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  • Ninguna carretera ofrece más misterio que la primera que recorres desde la ciudad en la que naciste, la primera vez que la recorres por voluntad propia, en un viaje financiado con tu propia lata de café llena de dólares arrugados, billetes que has ahorrado y gorroneado, por los que has trabajado en la centralita toda la noche, por los que te has perdido a los Rolling Stones, por los que has vendido hierba aromática con flores aplastadas que se vuelven marrones dentro de bolsas de plástico retorcidas. De hecho, para desembarcar de tus orígenes, has hecho todo lo que se te ha ocurrido para conseguir dinero, excepto vender tu joven y reluciente coño.

    Mary Karr (2001). “Cherry”, p.16, Penguin