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El antídoto seguro y general contra la pena es el empleo. Se observa comúnmente que entre los soldados y los marineros, aunque hay mucha bondad, hay poca pena; ven caer a su amigo sin ninguna de esas lamentaciones que se permiten en la seguridad y la ociosidad, porque no tienen tiempo libre para el cuidado de sí mismos; y quienquiera que mantenga sus pensamientos igualmente ocupados se encontrará igualmente inafectado con pérdidas irrecuperables.