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Esa noche vuelvo a tumbarme bajo las estrellas. Las Pléyades me guiñan un ojo. Ya no voy de un lugar a otro. He cambiado de vida. Mi vida ahora es tan blanca y negra como la noche y el día; una vida de lucha feroz bajo el sol y de reflexión pacífica bajo el cielo nocturno. Me siento como si flotara en una balsa muy, muy lejos de cualquier mundo que haya conocido.