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  • El cielo estrellado, a pesar de aparecer con tanta frecuencia a nuestra vista, nunca deja de suscitar una idea de grandeza. Esto no puede deberse a las estrellas en sí, consideradas por separado. El número es ciertamente la causa. El aparente desorden aumenta la grandeza, porque la apariencia de cuidado es muy contraria a nuestras ideas de magnificencia. Además, las estrellas se encuentran en tal confusión aparente, que en ocasiones ordinarias es imposible contarlas. Esto les da la ventaja de una especie de infinitud.

    Edmund Burke (1871). "The Works of the Right Honorable Edmund Burke", p. 154.