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El Tao es el centro del universo, el tesoro del hombre bueno, el refugio del hombre malo. Los honores pueden comprarse con buenas palabras, el respeto puede ganarse con buenas acciones; pero el Tao está más allá de todo valor, y nadie puede alcanzarlo. Por eso, cuando se elija a un nuevo líder, no te ofrezcas a ayudarle con tu riqueza o tu experiencia. Ofrécete, en cambio, a enseñarle el Tao. ¿Por qué los antiguos Maestros estimaban el Tao? Porque, siendo uno con el Tao, cuando buscas, encuentras; y cuando cometes un error, eres perdonado. Por eso todo el mundo lo ama.