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Mentir no sólo es excusable; no sólo es inocente; es, sobre todo, necesario e inevitable. Sin las mejoras que ofrece, la vida se convertiría en un mero silogismo y, por tanto, demasiado metálico para ser soportado.
Mentir no sólo es excusable; no sólo es inocente; es, sobre todo, necesario e inevitable. Sin las mejoras que ofrece, la vida se convertiría en un mero silogismo y, por tanto, demasiado metálico para ser soportado.