-
Pero, ¡oh!, el latín... Señora, no puede hacerse una idea del desastre que es. Los romanos nunca habrían tenido tiempo de conquistar el mundo si primero se hubieran visto obligados a aprender latín. Suerte que ya conocían desde la cuna los sustantivos terminados en im. Yo, por el contrario, tuve que aprenderlo de memoria, con el sudor de mi frente.