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¿Cuánto más de la mezquita, de la oración y del ayuno?
Mejor emborracharse y mendigar por las tabernas.
Khayyam, bebe vino, porque pronto esta arcilla tuya
hará una copa, un cuenco, un día una jarra.
Cuando oigas florecer las rosas,
Entonces es el momento, mi amor, de verter el vino;
Houris y palacios y Cielo e Infierno...
No son más que cuentos de hadas, olvídalos todos.