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En mi opinión, la fe es un proceso de endurecimiento, una especie de almidón mental que debe aplicarse con la mayor moderación posible. No me gusta. No creo en ella, por su propio bien, en absoluto... Mis legisladores son Erasmo y Montaigne, no Moisés y San Pablo. Mi templo no está en el Monte Moriah, sino en el Campo Elíseo, donde incluso los inmorales son admitidos. Mi lema es "Señor, no creo, ayuda mi incredulidad".