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Hace dieciocho meses, cuando me presenté por primera vez ante ustedes, les llamé la atención, tan seria y seriamente como sabía, sobre lo que me parecían ser los peligros que se avecinaban, y en ese momento les insté a practicar las viejas virtudes del ahorro, de la honestidad, de la veracidad, de la industria, y así sucesivamente a través de la lista de las que nombré. Todo lo que dije entonces lo repito.