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A los tiranos les interesa reducir al pueblo a la ignorancia y al vicio. Pues no pueden vivir en ningún país donde prevalezcan la virtud y el conocimiento. La religión y la libertad pública de un pueblo están íntimamente conectadas; sus intereses están entrelazados, no pueden subsistir por separado; y por lo tanto suben y bajan juntas. Por esta razón, es siempre observable, que aquellos que están combinados para destruir las libertades del pueblo, practican todas las artes para envenenar su moral.