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Y pueden apreciar, por experiencia personal, que el campo de batalla realmente decisivo de la libertad americana está en los corazones y las mentes de nuestro propio pueblo... Cada día debemos pedir que Dios Todopoderoso ponga y mantenga su mano protectora sobre nosotros para que podamos transmitir a los que vengan después de nosotros la herencia de un pueblo libre, seguro de los derechos que Dios le ha dado y en pleno control de un Gobierno dedicado a la preservación de esos derechos.