Érase una vez nuestro objetivo tradicional en la guerra -¿puede alguien dudar de que estamos en guerra? - era la victoria. Érase una vez que estábamos orgullosos de nuestra fuerza, de nuestro poder militar. Ahora parece que nos avergonzamos de ello. Hubo un tiempo en que el resto del mundo nos miraba en busca de liderazgo. Ahora nos miran por una limosna rápida y una postura internacional cerril.