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El verdadero valor de las naciones civilizadas es la disposición al sacrificio al servicio del Estado, de modo que el individuo sólo cuenta como uno entre muchos. Lo importante aquí no es el temple personal, sino alinearse con lo universal.
El verdadero valor de las naciones civilizadas es la disposición al sacrificio al servicio del Estado, de modo que el individuo sólo cuenta como uno entre muchos. Lo importante aquí no es el temple personal, sino alinearse con lo universal.