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  • Es difícil ver un río de una sola vez, sobre todo en las montañas. Abajo, en las llanuras, los ríos siguen su curso tan recto como el tiempo, encauzados hacia el mar. Pero arriba, en las cabeceras, un río no es un punto en el que te paras. En los inicios del río, uno se tambalea al borde de un centenar de pequeñas cuencas hidrográficas donde una gota de agua siempre está inclinando la balanza de una corriente a otra. La historia cambia con cada pequeño acontecimiento, dando forma a un resultado que sólo podemos comprender plenamente en retrospectiva. Y esa visión cambia a medida que nos alejamos río abajo.