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La soledad es la más segura nodriza de todas las pasiones lascivas, y una muchacha en el apuro de la preparación, o en el tumulto de la alegría, no tiene inclinación ni tiempo libre para dejar que las expresiones tiernas se ablanden o se hundan en su corazón. El baile, el espectáculo, no son los lugares peligrosos: no, es el amigo privado, el amable consolador, el compañero de la hora vacía fácil, cuya conformidad con sus opiniones puede halagar su vanidad, y cuya conversación puede calmar, sin nunca estirar su mente, que es el amante a temer: el que zumba en su oído en la corte, o en la ópera, debe contentarse con zumbar en vano.