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Fue el hombre quien puso fin a la Guerra Fría, por si no te habías dado cuenta. No fue el armamento, ni la tecnología, ni los ejércitos, ni las campañas. Fue el hombre. Ni siquiera el hombre occidental, sino nuestro enemigo acérrimo del Este, que salió a la calle, se enfrentó a las balas y las porras y dijo: ya basta. Fue su emperador, no el nuestro, quien tuvo el valor de subir a la tribuna y declarar que no tenía ropa. Y las ideologías siguieron a estos acontecimientos imposibles como presos condenados, como hacen las ideologías cuando han tenido su día.