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Una novela policíaca no debe contener largos pasajes descriptivos, ni entretenimientos literarios con temas secundarios, ni análisis sutilmente elaborados de los personajes, ni preocupaciones "atmosféricas". Tales asuntos no tienen un lugar vital en un registro de crimen y deducción. Retrasan la acción e introducen cuestiones irrelevantes para el propósito principal, que es plantear un problema, analizarlo y llevarlo a buen puerto. No cabe duda de que la novela debe ser lo bastante descriptiva y estar bien caracterizada como para que resulte verosímil.