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  • Lo mismo ocurre con el búfalo salvaje, que se deleita especialmente en los lugares oscuros, donde puede revolcarse en el barro y saciar su sed sin mayores problemas; y aquí también encontramos al cerdo salvaje.

    John Hanning Speke (2007). “Journal of the Discovery of the Source of the Nile”, p.25, Wipf and Stock Publishers