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Si soy sincero, tengo que reconocer que las exigencias que estoy tan convencido de que proceden del mundo exterior proceden, de hecho, de esa parte de mí que siempre está inacabada: los tirones y los tirones que se originan en mi propia ambigüedad.
Si soy sincero, tengo que reconocer que las exigencias que estoy tan convencido de que proceden del mundo exterior proceden, de hecho, de esa parte de mí que siempre está inacabada: los tirones y los tirones que se originan en mi propia ambigüedad.