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Cuando una lengua empieza a llenarse de libros, tiende a refinarse; como los que se comprometen a enseñar a otros deben haber pasado por algún trabajo para mejorarse a sí mismos, dan un valor proporcionado a sus propios pensamientos, y desean reforzarlos con expresiones eficaces; el habla se encarna y se hace permanente; se comparan diferentes modos y frases, y el mejor obtiene un establecimiento. Poco a poco, una época mejora a otra.