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Nada hay aquí para las lágrimas, nada para lamentarse ni golpear el pecho, ni debilidad, ni desprecio, ni desprecio, ni culpa, nada más que bien y justo, y lo que puede tranquilizarnos en una muerte tan noble.
Nada hay aquí para las lágrimas, nada para lamentarse ni golpear el pecho, ni debilidad, ni desprecio, ni desprecio, ni culpa, nada más que bien y justo, y lo que puede tranquilizarnos en una muerte tan noble.