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Cada persona, cada lugar y cada acción están cualificados por esta asociación con lo incondicional; penetra en cada momento de la vida cotidiana y la santifica: "El Universo es el santuario de Dios. Cada día de trabajo es un día del Señor, cada cena es una cena del Señor, cada trabajo un cumplimiento de la tarea divina, cada alegría una alegría en Dios. En todas las preocupaciones preliminares, la preocupación última está presente, consagrándolas."