En los años veinte, el joven físico inglés Paul Dirac empezó a intentar comprender y describir la evolución espacio-temporal del electrón, la primera partícula elemental descubierta por J.J. Thomson en 1897. Dirac estaba desconcertado por una propiedad sin precedentes del espacio-tiempo, descubierta por Lorentz en sus estudios sobre las fuerzas electromagnéticas, según la cual si el espacio era real, el tiempo tenía que ser imaginario, y viceversa. En otras palabras, el espacio y el tiempo tenían que ser una mezcla "compleja" de dos cantidades, una real y otra imaginaria.