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Por la noche, en el jardín, se te ocurre que podría haber sido tu corazón el que te abandonó al llegar a la capital. Puede que tu corazón no haya viajado bien, encerrado en su cavidad, temblando y royendo los barrotes de tu caja torácica durante el trayecto. Puede que ahora se dirija hacia el norte, a lo largo de las orillas, entre escombreras y torres de alta tensión, bajo los pasos de la autopista, de vuelta a las tierras altas. De vuelta a él.