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Ah, qué suerte tienen los tenientes, los Junkers de metro ochenta y todo el resto del clan de Don Juan!... El ratón de biblioteca, por muy decente e inteligente que sea, en realidad sólo se agrada a sí mismo y a un pequeño puñado de personas. El mundo pasa de largo y le llama a la vida y a la belleza... a criaturas alegres y guapas a las que los corazones de sus semejantes siguen dirigiéndose.